Transformación en Cuarentena.

Hoy quiero compartirles un pedazo de mi espíritu, ese que quiere hablar y a veces se detiene por miedo al qué dirán o por miedo de verse tan transparente como desea. En este espacio narraré una experiencia que me renovó y me ayudó a ver la vida desde la perspectiva que todos deberíamos tener. 

Siempre me he sentido precoz a los acontecimientos de mi vida, porque apuro las situaciones para vivirlas antes de que el aire se me acabe en los pulmones, pareciera que viviera en una carrera en contra de mi último día pero sé que corro hacia él, todos lo hacemos ¿No es así? 

Pues en este punto, me he notado exhausta de correr, de competir y de autoexigirme; de intentar vivir sin vivir ciertamente. 

En muchas ocasiones me he cuestionado sobre el sentido de la vida, ya saben, las comunes crisis existenciales, desde chica siempre quise saber cuál era el sentido de caminar con tanta conciencia sobre este mundo. 

Quizás amar, sentir; conquistar, enseñar, dejar un legado o tan solo disfrutar. Sigo sin estar segura de la respuesta y continuó haciéndome la misma pregunta repetidas veces. 

He de admitir que en los últimos meses me he cuestionado mucho más sobre si realmente cumplo con el propósito de vivir o solo sobrevivo… 

No fue hasta que tuve una conversación especial con una gran amiga que entendí que, ciertamente la vida es como un último respiro, que se va cuando menos lo esperas y nunca estaremos preparados para ello. 

Esa mujer me dijo:

Hoy tienes el poder de decidir como afrontas el presente de tu vida, si con amor y gratitud  o con desesperación. 

Claro que, cuando estamos desesperados no vemos nada de otra forma, pero, cuando nos detenemos a escuchar podemos mirar con amor y entregarnos a la transformación por medio del agradecimiento. 

El presente es transformador, es especial y mágico, puede hacerte feliz o ser un infierno todo dependerá de tu capacidad de creer y agradecer. 

Si, la palabra creer esta muy sugestionada, sobre todo por mi, una mujer que apura todo para que suceda pero aún así todo sucede como no lo planeó…

Creer no era una palabra dentro de mi léxico hasta que entendí que podemos elegir en qué creer aunque no admitamos que creemos.  ¿Confuso? un poco, sucede que, podemos elegir no creer en nosotros y al mismo tiempo creer que no somos suficientes. 

La fe es la razón por la que hacemos las cosas, comenzando a creer podemos crear una realidad sostenible, confiando en nuestras capacidades podemos adaptarnos con más facilidad a los cambios de la vida. 

La vida esta llena de ciclos, que comienzan y terminan en el momento determinado y que lastimosamente no podemos controlar. Entender y confiar que todo es pasajero es el primer paso para la transformación de nuestra vida a nuestro favor. 

El sentido de la vida es ambiguo y no puedo decírtelo hoy, porque debes ser tú quien lo descubras, sin embargo, para mi, el sentido de la vida es pasar el mejor tiempo posible rodeada de amor y aceptando mi realidad, sin expectativas ni juicios propios, en conclusión, ser feliz. 

Dime si te identificas con esta corta reflexión y si ya le conseguiste el sentido a tu vida. 

Sí deseas leer otro relato has clic aquí.

Artículos recomendados

1 comentario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *