El relato de roberto
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El relato de Roberto

Mi nombre es Roberto y les contaré mi historia.

No me considero un hombre romántico, pero, aun así, creo que he estado persiguiendo un amor ideal y eterno durante la mitad de mi vida. Pensando que el amor ideal significa conseguir una mitad que me complemente, tal como si tuviera algún espacio vacío dentro de mí.

Confieso que he fracasado en esa búsqueda, porque la verdad es que no hay ninguna mitad que conseguir, tampoco un vacío que llenar o al menos no uno que pueda llenarlo otra persona.

Lo cierto es que, en este camino empedrado, he conseguido ciertas verdades. Además de conocerme a mí mismo en la soledad, descubrí el verdadero amor. Vino dado gracias al resultado de mis intentos fallidos y lo reconocí al verla por primera vez a los ojos y luego una segunda vez varios años más tarde.

Ellas se convirtieron en la verdadera razón que hace a mi corazón latir, una pequeña parte de mi ligada a una pequeña parte de una mujer que quise en algún momento, una huella marcada de por vida en mi interior, una que duele cada vez que se apartan de mí, la misma que me quita el aliento cuando sé que se marcharan lejos.

Cuando sentí el amor incondicional en las delicadas manos de mis hijas comprendí que había conseguido el tesoro que siempre estuve buscando, al mismo tiempo experimenté un dolor quebrantador y un miedo tremendo de no poder protegerlas lo suficiente.

LO DIFÍCIL VIENE DESPUÉS…

La primera vez que tuve que separarme de mi hija mayor, ella tenía 4 años, emigre y llegue a un país desconocido con el alma dividida. Años más tarde llegó mi hija más joven a quien disfrute por unos maravillosos 5 años y una vez más me toca alejarme, ahora es ella quien emigra.

Han sido estas vivencias las más difíciles lecciones de vida para mí, que aún no sé si he comprendido, me he torturado con convivencias difíciles con el fin de mantener una unión, he forzado un amor que no existía con tal de darle largas a lo inevitable por segunda vez. Me he desgastado, me he esforzado, aun sigo juzgándome y preguntándome día a día si ha sido mi culpa.

Mientras tanto, me aferro a la idea de que no puedo cambiar el pasado y solo me toca ocuparme del presente, estoy dando todo de mi para ser un padre presente con ambas, es complicado, pero la tecnología nos ayuda en gran parte, sin embargo, aún no dejo de sentir como se me quema la garganta y se me desgarra el corazón cada vez que cuelgo una video llamada.  

Fin.

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3 comentarios

  1. Creo que cuando tenemos hijos encontramos a ese principe azul o a esa princesa. Nos llenamos de temores de perderlos, conociendo la triste realidad que creceran y como todos harán su vida. Nos queda atesorar todos los momentos vividos. Disfrutemos cada día y cada segundo de eso pequeños tesoros que nos regalo Dios.

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