LA VERDAD DETRÁS DE LOS LIBROS.
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Los cuatro reinos.
Había un grupo de Clatianos alrededor de una fogata a altas horas de la noche, la luna casi se ocultaba en el firmamento mientras la conversación entre ellos se acaloraba.
Los hombres de barbas tupidas y piel desgastada discutían sobre su futuro en aquel bosque, algunos de ellos se sentían molestos con la presencia y poder de las criaturas mágicas y acusaban al que parecía ser el líder de permitir que los minotauros se sobrepasaran con ellos.
Los tonos graves de la voz de todos penetraban la calma de la noche y despertaban a todos en la tribu en la que vivían.
Mujeres y niños comenzaron a despertarse y aglomerarse alrededor del fuego que se estiraba cada vez más sobrepasando la altura de los hombres mientras el líder continuaba en silencio.
— Estamos hartos de que ya ni respetan nuestras tierras. — Exclamó uno.
— ¡Si! Llegan aquí como si todo les perteneciera. —
— Debemos aprender a convivir con ellos. ¡No nos han hecho nada! Además son seres maravillosos. — Exclamó uno que defendía a las criaturas.
— Si es por ti no tendríamos ni casas. — Se burló el mismo que habló primero.
Así entre una acusación y otra toda la multitud de la tribu se aglomeró alrededor de la fogata, con un ambiente denso lleno de odio por defender cada uno su punto de vista.
— ¡Silencio! — Gritó el líder quien provocó una onda de aire que apagó el fuego y retumbó todo el círculo de personas que cerraron la boca de inmediato.
Aquel hombre de pelo castaño, alto y fornido, cubierto por muchas telas color crema movió sus ojos caramelos por cada uno de los hombres que tenía a su alrededor, profundizó en su mirada y les hizo sentir su poder.
— Nos iremos y haremos nuestro el próximo lugar que hallemos. —
— Nos iremos y haremos nuestro el próximo lugar que hallemos. —
La muchedumbre se miró entre sí, se movieron incómodos pero nadie mencionó ni una palabra.
— Es hora de que nos alejemos de estás criaturas, antes de que volvamos a hacer una locura. ¡No teman! El futuro nos depara un lugar maravilloso. Tomen sus pertenencias, recojan lo que amén de estás tierras que partiremos cuando el sol que nace comience a ocultarse. —
Todos siguieron la orden de inmediato.
— Lenai, Anton y Tolum, quédense. — Agregó en un tono apacible y luego agregó intentando mantener la privacidad.
— Ha llegado el momento de separarnos para conseguir el mejor lugar donde prosperar, dividiremos la tribu en grupos y cada uno liderará el suyo. Confío en ustedes amigos, en su fortaleza y en sus valores para ser buenos líderes. —
El hombre que parecía ser el mayor de todos agarró las manos de las tres y las unió como pudo, cerró los ojos y una luz blanca y brillante salió de las suyas y se introdujo en cada uno por igual.
Los tres hombres nuevos de inmediato comenzaron a sentir el poder de la magia recorrer su cuerpo, se miraron entre sí, Anton con una sonrisa malisiosa, Tolum con una mirada temerosa y Lenai solo pudo mirar a su mentor Can con los ojos empañados.
Can asintió ante su mirada y con pesar les comunicó que había llegado el momento de separarse y les suplicó que usaran su poder de la mejor manera posible.
Se abrazaron con incertidumbre y miedo en su corazón pero con el semblante fuerte, sobreponiendo su fuerza interior ante esta nueva adversidad.
Cuando el sol comenzó a caer, la tribu estaba lista para partir, muchos con lágrimas en los ojos caminaron por cuatro caminos distintos a un futuro alejado de lo que conocían y así cada uno de estos líderes armó su propio reino a su mejor parecer.
El Rey Can de Cliza en la llanura cercana de un Volcán.
El Rey Lenai de Limdao en las montañas frondosas cercanas al bosque que fué su primer hogar.El Rey Anton de Aklas en el campo más allá del río.
El Rey Tolum de Tilza en una tierra fría cercana de la montaña más alta.
Así fue cómo este mundo mágico se convirtió en CLAT.
FIN
La magia surge dentro del bosque
Hace muchos años, antes de que CLAT tuviera reyes, el bosque prevalecía inmenso, frondoso e incalculable, lleno de magia.
En el, todas las especies convivían como mejor podían, pero no creían que una fuerza oscura y silenciosa se acrecentaba buscando dañar lo que la naturaleza había creado.
Las Ninfas tenían su valle a orillas de un río, que tocado por ellas rodaba con calma, todo lo que a ellas les pertenecía estaba pintado de colores vivos entre naranja, lila y rosado, se escuchaban risitas al pasar porque ellas pasaban su vida jugando.