Viajeros eternos

Siempre fuimos dos almas liberales, de esas que se cuestionan hasta la existencia. Nos habíamos jurado amor eterno convencidos por un sistema de que eso era lo correcto, aún no recuerdo en qué momento dejamos de hacernos preguntas, ni cuando empezamos a hacer lo mismo todos los días. 

Lo recuerdo bien, en las mañanas la taza de café no podía faltar y el desayuno con tostadas tampoco; de alguna u otra forma el tiempo se las ingeniaba para pasar más rápido de lo que pensábamos y hacernos correr para cumplir con nuestros trabajos.

Un día nos dimos cuenta que ni los besos nos daban calor por las noches y que la vida que nos vendieron en los comerciales no era esa misma, que extraña sensación se siente cuando no hay humanidad en tus actos si no que todo es automatizado ¿No lo crees?. 

Por suerte, nuestro amor eterno y juvenil permanecía allí, oculto como un niño asustado, enfrentando a monstruos con corbata y tacones que les eran muy difícil vencer solo. 

Por suerte, nos dimos cuenta y nos reencontramos bajo esos escombros de actividades pendientes, un check list que nos entregan en la primaria por el que corremos y corremos sin saber bien porqué. 

Te confieso algo, no sé si te ame más el día que por primera vez te dije que te amaba o el día en el que juntos decidimos romper con esa lista de pendientes. 

Me enamoré de esos ojos sedientos de vivir la vida a la misma plenitud que yo lo deseaba. 

De esa vibra que mi intuición sentía, expansiva, viva y con ganas de nunca morir, ese tú, que en estas noches de aventuras aun me hace vivir la vida como se debe vivir. 

Justo antes de salir del sistema lo dude, me invadió la incertidumbre que te siembra el mismo ciclo de vida de todos a tu alrededor, esa duda en nosotros que nos deja caminar por nuestros sueños sino que te guía a caminar sin punto final. 

Hoy que estoy aquí, bajo este cielo estrellado puedo sentir lo infinito de la vida, puedo ser quien soy y puedo decir que no hay nada más delicioso que disfrutar la vida fuera de las preocupaciones del mañana. 

Dejar fluir mi inspiración bajo el sol del verano y que en la madrugada, bajo el esplendor del cosmos me sea devuelta en arte, arte para compartir y vivir. 

No deseo ser ejemplo, deseo inyectar a la gente de las ganas de vivir que tu y yo tenemos, esas ganas de conocer el mundo y sentir, sentir el hoy sin saber del ayer, sin saber del mañana. 

Tan solo tengo que abrir los ojos para sentir el sueño, solo debo respirar para saborear la brisa, tan solo debo acercarme a ti para sentir calor y tan solo debo verme para comprobar que no es un sueño. 

Estoy enamorada de la aventuras que las carreteras nos han regalado, estoy impactada de los cielos que nuestro mundo nos regala,  del agua de los mares y de la arena que abraza los dedos de mis pies cuando vamos por las costas europeas.

Nuestra entrega de amor cada vez se hace única, como si las caricias fueran la primera vez y los besos tuvieran un sabor diferente con cada ciudad que visitamos, es como vivir una utopía y me alegra que sea mía, tuya… de ambos. 

Esta carta, te la escribo para mostrarte mi eterna gratitud en que nuestros caminos se entrelazaran y para anunciarte que, si hay una eternidad, y yo me voy primero, allá te esperaré con los brazos abiertos. 

Te amo. 

En una noche del 2019, en la Costa Dálmata de Croacia. 

PD: Espero que no leas esto demasiado pronto. 

Fin

Gracias por leerme, espero que te haya gustado… si quieres leer algo más pincha aquí.